Viktor Orban es el mejor estadista de Europa defendiendo los pabellones de su Patria contra la invasión inmigrante islámica, pero ha cometido el error, el desliz o la pifia de recibir a Jorge Bergoglio: el tipo que promueve que Europa sea un pudridero de 'menas' magrebíes, el que condenó a partidos políticos antiinmigracionistas como el de Orban cuando los identificó con “discursos de los años 30”, y el que bendijo al cocalero comunista Evo Morales recibiendo de él la hoz y el martillo que parodiaba la crucifixión de Cristo.
A un tipo como el Papa Bergoglio, quintacolumnista del globalismo y la destrucción de Europa no se le recibe; se le desprecia con el mejor ataque posible: el veto, el ninguneo y ninguna diplomacia. Según se lee en la prensa, la postura de Orban durante el encuentro ha sido defender Hungría frente a la invasión inmigrante y pedir al Papa que el cristianismo europeo y húngaro sea defendido.
En este capítulo, Orban no ha estado acertado.
Al traidor a la Iglesia que permite profanaciones de tumbas cristianas, que permite obispos de tendencias separatistas y filoterroristas en algunas naciones, al blanqueador del comunismo que equipara la ideología más criminal con el cristianismo; a este enemigo de Europa y secuaz del Nuevo Orden Mundial, al tal Papa Paco, no se le da ni agua ni tiempo ni diálogo. Y un patriota como Viktor Orban debería saberlo.
Error, despiste o debilidad lo comete cualquiera, hasta el más pulcro gobernante. Por lo demás: adelante, valiente presidente magiar, que la natalidad de tu Patria, el índice matrimonial, el crecimiento económico y la paz social por la nula inmigración ilegal, están dando los mejores frutos ejemplarizantes respecto al resto de Europa que permite que sus Naciones se conviertan en tristes estercoleros multiculturales.

Política
Viktor Orban no debería hacer recibido al enemigo de Europa y traidor a las Patrias. Por José Miguel Pérez
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