En la huerta de mis padres era un plato singular, ya que se hacía con las habas recogidas de la primera flor, que es lo más exquisito en verduras en cuanto a fineza al paladar, y son tan tiernas, que no se les quita la camisa —la vaina—.
Ingredientes
1 kg de habas tiernas
2 tomates maduros hermosos
1 diente de ajo
1 cebolla grande
1 chorrito de un buen vinagre de jerez
Sal
Una cucharada de harina
4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
Agua
Preparación
- Cortar las puntas a las habas y cortar las vainas en tres trozos, como lo hacemos con las judias verdes. Lavar y reservar.
- Poner el aceite en una cacerola, y cuando esté caliente, poner a pochar lentamente el ajo y la cebolla, que habremos cortado en trocitos.
- Pelar los tomates y cortarlos en dados muy pequeños. Añadirlos a la cacerola, echar un poco de sal y remover con una cuchara de madera para que se sofría todo bien.
- Echar las habas con su camisa, la sal, y darle unas vueltas durante un par de minutos.
- Añadir la cucharada de harina, remover, y poner un chorrito de vinagre, con cuidado de no pasarse.
- Poner el agua sin que llegue a cubrir el guiso, porque las habas se desinflan en cuanto se ponen a cocer, y a mí no me gustan los guisos en los que los ingredientes flotan. Yo puse unos tres vasos de agua.
- Dejar cocer unos 25 minutos en la cacerola —si es en olla, como son tan tiernas, con 5 minutos es suficiente—. Si las habas no son de primera flor, hay que tenerlas más tiempo.
- Probar, y rectificar de sal si hace falta.
Fantásticas sin más, solo con un buen pan para mojar la salsa.