¡Ya ha nacido el Niño-Dios!
La Virgen y San José
no caben en sí de gozo,
pero en cambio todo un Dios
sí que cabe en ese Niño.
Las gentes de buena fe
llenémonos de alborozo,
que el divino Redentor
a salvarnos ha venido.
De la historia el marcador
se ha vuelto a poner a cero,
pues no es otro sino Él
el que todo lo hace nuevo.
Despojados de temor
Su llegada celebremos.