¡Hey, católico,
no te pongas melancólico!
Ya sabemos que este mundo
es pérfido y diabólico,
mas no por ello has de cejar
en tu noble afán apostólico.
Tampoco seas hiperbólico
en tus actos y proclamas,
ni te pases de vitriólico;
que se vea que amas
a tu prójimo, así sea éste mongólico.
Tenga tu verbo
convicción y un vigor eólico
y sea tu ejemplo simbólico
de verdad y caridad,
que es el emblema católico.
Embriágate de Dios
con el furor de un alcohólico.