
El puto orgullo de ser friki. Por Luys Coleto
Inadaptado, descentrado, desplazado, simultáneamente fuera del espacio y el tiempo, veraz outsider, vástago del escapismo. El mundo, perenne y absoluta porquería, en el quinientos seis. Y en el dos mil también. Y así será hasta el fin de los tiempos. Universo-Mundo, despliegue de maldad insolente, preñado de chorros, Maquiavelos y estafaos. Cambalache, Gardel o Santos Discépolo mediante, dixit. Y como sabiamente afirmaba C3PO, parece que estamos hechos para sufrir, deviene nuestro sino en la vida.
Desaprender lo que has aprendido
Y sales a la calle, transmutado en Caballero Jedi, a protagonizar campales y urbanas batallas con barras de pan remedando lujuriante espada láser, como ha sucedido en La Villa y Corte de Carapolla en sucesivas y pasadas ediciones del Día del Orgullo Friki. Un Jedi debe tener el compromiso más profundo, la mente más seria, no lo duden. Imposible olvidar las perdurables lecciones del maestro Yoda. Desaprendiendo lo que has aprendido. Poseyendo la rocosa certidumbre de que una vez que comienzas a transitar por el lado oscuro, siempre dominará tu destino.
Friki, faustamente desarraigado, con suficientes y poderosísimas razones, obsesionado con pasiones, la vida como pasión. Ochenteras series (Alf, sobre todas las cosas), libros y películas de fantasía y ciencia-ficción, venerables cómics de superhéroes y juegos de mesa y de rol. La cultura pop en general y la triple trilogía Star Wars, clave de bóveda. El friki, como elegante y chirriante - valga el oxímoron - forma de venganza contra un mundo que intensamente se detesta, exhibiendo un hondísimo sentido lúdico de la vida y, por supuesto, adorando, reclamando y vindicando la razonable y benemérita excentricidad.
Contracorriente se vive mejor
Vas creciendo y voces plurales - interesadas o no - te recuerdan que además del cuerpo, debe crecerte la corbata. “¡Madura, coño, eres un puto crío!” Y tú, respondes, por crecer no dejarán de gustarte ciertas cosas. Sin más. Rompemos, grosso modo, con el asfixiante mundo circundante. Caracterizándonos la nostalgia de los dibujos animados, esa perenne nostalgia de algo mejor. Una suerte de revolución contra el concepto de popularidad importado de Yanquilandia, una peculiar forma de lucha contra la odiosa tiranía de ser como todos.
Examinado el presente zombiland generado por la plandemia, huir de la global secta covidiota, más que recóndito anhelo, una imprescindible necesidad de higiene mental. ¿Retornamos a la aparente aporía de Padmé? "¿Qué pasa si la democracia que pensábamos que estábamos sirviendo ya no existe, y la República se ha convertido en el mal que hemos estado luchando por destruir?".
Sabiendo, como bien aseveró Qui-Gon Jinn, que tu enfoque determina tu realidad. Y haciendo lo posible para que no se cumpla el aciago determinismo de Shmi Skywalker. "No puedes detener el cambio más de lo que puedes evitar que los soles se pongan." Pero creo firmemente que Leia Organa tiene más razón. "La esperanza es como el sol. Si solo lo crees cuando lo ves, nunca pasarás la noche."
Insurrección y sueño, para evitar la pesadilla actual
En una modernidad líquida, definitivamente clausurada, litiga agónica la individualidad contra nuevas formas de comunitarismo. Donde la "Sociedad Red" o la propia "tribalización social" impiden, a la vez que paradójicamente fomentan, nuevas maneras de construir la identidad. E ineludiblemente surgen frikis, nerds, geeks, gamers, otakus. Y tantos.
Postureo en muchos casos, pero cómo olvidar el inmortal adagio de Obi- Wan Kenobi. "Tus ojos pueden engañarte; no confíes en ellos", tan cartesiano. O budista. Para otros nada de postureo, una forma de rebelión, insurrección más bellamente expresado.
Sublevación, además de sueño. Porque sueño no lo estoy, recuerda Léolo Leozone. Porque sueño, sueño. Porque me abandono por las noches a mis sueños antes de que me deje el día. Porque no amo. Porque me asusta amar. Ya no sueño. Ya no sueño. A ti la dama, la audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio. Tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar… te he pagado cien veces mi deuda.
Que la fuerza les acompañe
Y cada cual paga el peaje como estima pertinente. Y, qué mejor, que con los iniciales sones de la marcha imperial de fondo, batallando sin descanso contra su máximo líder, Darth Vader (y acordándonos con cariño de David Prowse que nos dejó el pasado 28 de noviembre). Y que la fuerza les acompañe, sobre todo a mi admirado antagonista, Rafael López. Y joder, imperdonable, me olvidaba del mejor. Chewie, por si lo dudaban. En fin.
Freaks, nerds, geeks, y ¡vale ya! Por Rafael López